22 dic 2010

EL ARBOL CONFUNDIDO


 

Había una vez, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser
cualquier tiempo, un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales,
 todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía
 un problema: ¡No sabía quién era.!
Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano: “Si realmente lo intentas, podrás
 tener sabrosísimas manzanas, ¡ve que fácil es!”
“No lo escuches”, exigía el rosal. “Es más sencillo tener rosas y ¡ve que bellas son!”
 
 

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como
 los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín el buho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol,
 exclamó: “No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre
 la Tierra. Yo te daré la solución… No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas.
 Sé tú mismo, conócete… y para lograrlo, escucha tu voz interior.” Y dicho esto, el buho desapareció.
 
 

“¿Mi voz interior?… ¿Ser yo mismo?… ¿Conocerme?…” Se preguntaba el árbol desesperado,
 cuando de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo
escuchar su voz interior diciéndole: “Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano,
 ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer
grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje… 
 
 

Tienes una misión: ¡Cúmplela!”
 
 

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de si mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual
 estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
 Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.
Yo me pregunto al ver a mi alrededor, ¿Cuántos serán robles que no se permiten a si
 mismos crecer?… ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?…
 ¿Cuántos, naranjos que no saben florecer?
En la vida, todos tenemos un destino que cumplir y un espacio que llenar. No permitamos
 que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser.
 

¡Nunca lo olvides!
Autor desconocido 
 

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